1.
En el prólogo al libro La Mampara (Barataria, 2011) de la escritora chilena de vanguardia Marta Brunet (1897-1967), cuenta Paz Balmaceda que una joven veinteañera Marta Brunet le manda al entonces más influyente crítico chileno, Hernán Díaz Arrieta, alias «Alone» (crítico de formación autodidacta) un ramillete de poemas que éste de inmediato juzga malísimos de solemnidad.
Sin embargo, nuestro querido e influyente crítico (que en 1951 devendría miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua), al leer la carta con la que Brunet le presenta los poemas, ve en ella la confirmación de «la existencia de una gran escritora» (sic).
Así que «Alone» le pide más textos, pero en prosa.
Brunet le envía una novela corta que luego se publicaría con el título de Montaña adentro (1923). «Alone», como respuesta, le escribe en una exaltada -y rapidísima- carta:
«¡Dan ganas de echar al vuelo las campanas cuando nace un escritor de la talla de Marta Brunet» (sic), le dice.
Y aquí viene lo interesante del caso: cuenta Paz Balmaceda que:
«el crítico y la escritora estuvieron de acuerdo en modificar el año de nacimiento de la autora para crear doble impacto al presentar una obra tan madura escrita por una apenas veinteañera jovencita de provincia» (sic).
Marta Brunet tenía entonces -realmente- veintiséis años.
Pero el caso es que la cosa funcionó, «todas las críticas de entonces señalan la extrema juventud de la autora, su sorprendente y atrevida prosa y la belleza de su lenguaje», nos dice Paz Balmaceda.
Marta Brunet consiguió el premio Nacional de Literatura de Chile en 1961 y fue nombrada miembro de la Academia Uruguaya de las letras en 1967.
Murió mientras leía su discurso de ingreso.
2.
En un reciente post de su blog La vuelta al mundo que lleva por título París M´a Séduit, Paris M´a Trahi –aquí– da cuenta el escritor español Juan Francisco Ferré (Málaga, 1962) de la publicación de su novela Providence -finalista del premio Herralde 2009- para el público galo, bajo el sello editorial Passage du Nord/Ouest –aquí-.
Además del interesantísimo y honesto reporte debido a la presentación de la novela en París, así como la asistencia (y no asistencia) a alguna/s fiesta/s, el encuentro con el escritor español Julian Ríos, la triste muerte del cineasta francochileno Raúl Ruiz y su posterior sepelio, o la entrevista que le dedican en Les Inrockuptibles –aquí-, nos confiesa Ferré un hecho llamativo.
Y es que Juan Francisco Ferré -con una inusitada franqueza- cuenta que se ha visto obligado (con el beneplácito y, más aún, el impulso de su editor y también de su traductor) a «un esfuerzo de customización para adaptar [Providence] al mercado francés».
En su defensa, Ferré grita a sus lectores:
«A ver si nos enteramos. Es una cuestión estratégica y no sólo estética.».
Y añade:
«Nada de finales dramáticos a la manera anglosajona, ni melodramáticos a la hispana. Más sexo […] Parece que el lector francés echa en falta esos componentes en cuanto no se inyectan en las dosis adecuadas en un producto cultural, sobre todo si es extranjero. Así que, decidido a triunfar en la escena francesa, me puse manos a la obra rescatando de la papelera todas las escenas de sexo y las digresiones metaculturales que me había visto obligado a excluir por razones comerciales en la edición española».
Sabemos que es un hecho convenido y, por ello, trivial (por su regularidad) que muchas novelas se amputen, cercenen o cambien sus finales, comienzos o ciertos interludios sobrantes, según criterio de los editores. Lo que pasa es que, en principio, estos cambios se hacen por una cuestión estética (o así lo queremos pensar); es decir, de coherencia de la obra, de ritmo, de unidad del tono, etc. Razones literarias, vaya.
Es cierto que a la edición así llamada comercial este discurso del marketing no le resulta extraño y lo hemos escuchado en infinidad de ocasiones. La novedad aquí reside en el hecho de que es un autor de los así llamados literarios, que publica en una editorial así llamada literaria, quien manifiesta públicamente tal práctica, y no como algo negativo, sino más bien como un gesto de inteligencia personal y de perspicacia editorial.
Pero todavía podemos hacer una segunda lectura, y es que el supuesto premio literario español por antonomasia, el Premio Herralde de Novela, resulta no ser tan literario como se prentende. Y aún una tercera lectura: según esta visión, los mercados literarios nacionales serían autónomos y la supuesta globalización del hecho literario no sería más que una bagatela.
Sea como fuere, me parece pertinente que nos preguntemos si la actitud de Ferré es un síntoma de que el paradigma de escritor que habrá de poblar las letras del siglo XXI camina en esta línea (como ya presentimos aquí) o si solamente refleja la actitud personal del propio Juan Francisco Ferré.
3.
El Secretario General de la Real Academia Española y Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada Darío Villanueva (Villalba, Lugo, 1950) cita en un artículo llamado «La noción de literatura, hoy» publicado en Nueva Revista (de Política, Cultura y Arte) –aquí– las ideas de Alvin Kernan, quien «justifica cumplidamente cómo y por qué lo que desde el Romanticismo se venía conociendo como literatura está perdiendo sentido, y desapareciendo tanto del mundo social como de las conciencias individuales».
En opinión de Kernan, sería esto debido tanto «a la televisión como la deconstrucción de Derrida y sus seguidores».
La primera como emblema de la revolución tecnológica que acabará con la galaxia Gutenberg. Y la segunda, nos dice Villanueva citando a Kernan, porque:
«ha contaminado espectacularmente el pensamiento literario en las universidades anglosajonas, con su insistencia en postular la vacuidad significativa del lenguaje y los textos ha dejado franco el camino al relativismo literario más radical, a la liquidación del canon, y en definitiva, al descrédito de la literatura que tradicionalmente se había estudiado como una fuente privilegiada de conocimiento enciclopédico y educación estética».
La opinión de Villanueva es que «el quid de la cuestión […] no descansa tanto en cómo las nuevas galaxias de la tecnología comunicativa van a acabar con el estado de las cosas en nuestro campo de interés, que es el cultural y el literario, sino en qué medida van a alterarlas más profundamente».
Sobre esto, recuerda la idea de Harold Bloom de la «lucha de textos», de la que emana(ría) el valor literario.
Lo contrario, una literatura que no considere ser palabra esencial en el tiempo, según el dictum machadiano, «una escritura concebida desde la aceptación de su caducidad por parte de su creador» dejaría inmediatamente de ser literaria, en opinión de Villanueva. Sería, nos dice el académico, «pasto de una cultura del ocio servida por una poderosa máquina industrial».
Así, la pregunta que parece obligada es: cuál se les antoja la mejor estrategia para la (post)literatura de hoy: ¿confundirse con la «poderosa máquina industrial» y dinamitarla desde dentro, o mejor mantenerse al márgen e ir haciendo?
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
Incisivo como siempre, J.S.
No hay respuesta, me temo. Dinamitar el sistema desde dentro no parece factible. El sistema fagocita. Y si se mantienen al margen, ¿quién los lee? Els quatre gats de sempre?
Un saludo.
J.S.
Los cortes por conveniencia no son exclusivos de esta década. Cabrera Infante tuvo que ceder a la tijera fragmentos de Tres Tristes Tigres para ser publicada en la España de Franco bajo Seix Barral. La mala hora, de García Márketing, también tuvo que ceder vocablos (y al parecer párrafos enteros) para su edición Española, al punto que el mismo autor no quiso reconocer la edición peninsular como propia. Algunos excluyen de responsabilidad a los autores si los cortes son por motivos políticos (entendidos como censura), o si son cortes que obedecen a motivos filológicos (al Chatwin de En la Patagonia, que parece tan formado, lo cortó sin misericordia Susannah Clapp; y muchos saben hoy que hay dos Carver, uno antes y después de Lish). Lo controvertible, e inadmisible,a mi juicio, es que haya cortes por motivos publicitarios. Se pueden explicar, según las leyes del márketing, que analiza y conduce los consumos y acomoda las obras a la media de los consumidores y la conducta en cada país, pero la literatura así es un objeto que comercia con lo más vil del mercado. Ya tenía mis sospechas por los gilipollas y los hostia tíos y los mogollones de las traducciones de Anagrama, pero no tenía datos concretos sobre cortes estilísticos. Me pregunto qué camino tomaría Flaubert ante la disyuntiva de ser editado en otros lares a condición de desvestir un poco más a Madame Bovary. Hay un tema que puede desprenderse de este texto: internet desafía también el concepto de manuscrito original. Esto es complicado para la literatura, porque si todo lo publicado en web se puede corregir o modificar, ¿a qué llamaremos “el original” entonces? Buena nota, Montfort.
Creo que aquí tenemos un autor que no se adscribe a la escisión vida/obra. En Providence, como en las novelas de Lovecraft, se reconoce un poder omnipresente (el mercado) que domina monumentalmente la vida, terroríficamente. La desición de Ferré es un capítulo más del libro.
Interesante. Hay dos artículos recientes, uno de Raúl Argemí y otro de patricio Pron, que están tratando de pensar estas relaciones. En sigueleyendo.es Están los enlaces a ambos.
Otra pregunta que podemos sumar a la última aporía, podría ser: ¿Cómo se construye, hoy, el valor literario? Creo que esa pregunta puede iluminar las contradicciones que se tejen entre producción, mercado y circulación.
saludos.
[…] Literatura y mercado por J. S. de Montfort LD_AddCustomAttr("AdOpt", "1"); LD_AddCustomAttr("Origin", "other"); LD_AddCustomAttr("theme_bg", "f9f9f9"); LD_AddCustomAttr("theme_border", "bcc5c1"); LD_AddCustomAttr("theme_text", "333333"); LD_AddCustomAttr("theme_link", "CC0000"); LD_AddCustomAttr("theme_url", "575b59"); LD_AddCustomAttr("LangId", "19"); LD_AddCustomAttr("Tag", "literatura"); LD_AddCustomAttr("Tag", "politica"); LD_AddSlot("LD_ROS_300-WEB"); LD_GetBids(); Like this:LikeBe the first to like this post. […]
Postscriptum:
con fecha 23-Sept-2011 declara J. F. Ferré en su blog que de todo lo dicho nada, y que no se trataba sino de una impostura borgiana. Sea como fuere, lo que interesa a nuestro análisis, más allá de que lo expresado por ese alter ego llamado Ferré en su cínica autoficción postmoderna concuerde o no con la verdad de la persona que responde al nombre de Juan Francisco Ferré, es que evidencia una actitud latente, una ansiedad fácilmente detectable en un grupo amplio de autores de narrativa contemporánea hispanoamericana y en la que otras personas -además de nosotros- parecen estar pensando también.
Aquí lo que nos interesa es analizar y comprender -generosamente- la concepción de lo literario, hoy, más allá de obras concretas o autores particulares.
Para quien le interese, el autor lo explica con más detalle aquí:
http://juanfranciscoferre.blogspot.com/2011/09/providence-inrockuptible.html
Gracias a todos por vuestros comentarios y aportaciones.
J.S. de Montfort
(Disclaimer: el texto de Pron lo he leído a posteriori, sin embargo, la mayoría de las ideas que ahí expresa las ha venido diseminando previamente el autor por muchos de sus textos, bien a propósito de artículos, críticas, entradas de su blog o colaboraciones varias y, por tanto, ya me era conocido su malestar al respecto)
El texto de Pron:
http://letraslibres.com/revista/convivio/literatura-y-mercado?page=0,0
El texto de Raúl Argemí:
http://www.sigueleyendo.es/sobre-literatura-y-mercado-de-pron/
[…] en Hermano Cerdo, sobre literatura y mercado y Ferré y el genial momento “Murió mientras leía su discurso […]