¿Son útiles las lecturas públicas?

1.

Recitales de poesía hay por un tubo; ¿dónde no hay un recital de poesía?, tal vez sería mejor que nos preguntásemos.

Y es que es raro es que en cualquier bar pretendidamente cultureta no haya un recital de poesía. Es lo primero en lo que piensa cualquier programador cultural, desde el más experimentado hasta el más amateur.

Qué hacemos. Pues dale, que tengo un primo que es poeta y seguro viene a recitar. Y éste tiene una novia que escribe versos y… en fin, ya saben cómo va el asunto. Poetas los hay a punta pala.

Y, además, los poetas son fáciles, muy fáciles de convencer, se dejan enredar a la mínima.

No se crean, empero, que yo no he cometido también este pecadillo: yo también he recitado en mútiples ocasiones.

Difícil resistirse a las luces de los focos, difícil no acceder (sin el menor reparo) a dar salida inmediata -y con público de cuerpo presente- a nuestras creaciones del alma (o de donde sea que le salgan los versos al poeta hoy).

2.

Claro que también han encontrado los poetas nuevos modos de expresar su arte en público, además de los recitales.

Entre los eventos más singulares y que merecería la pena destacar están el Primer Campeonato de poetas pesadosaquí– celebrado en 2008 en la galería salmantina Gallo, o los partidos de fútbol entre poetas que se celebran en Madrid –aquí-.

3.

No obstante, los recitales de narrativa son más bien escasos en España.

Es cierto que este mismo fin de semana el Festival Eñeaquí– ha programado varios eventos de lectura de narrativa, con autores como Eduardo Berti, Juan Carlos Méndez Guédez o Enrique Serna, entre otros.

E incluso se hubo de celebrar una jam de escritura el pasado año en la galería Cosmo (Bcn) –aquí-, como réplica a una primera jam del inventor del asunto: Adrián Haidukowski –aquí-, en Casa de América. Y cierto también que todo ello tuvo alcance mayor al tener cabida en la programación del último festival Kosmópolis 2011 aquí-, lo que acabó en un libro colectivo llamado BCN 2355 en cuyo prológo –aquí– dice Jordi Carrión que:

«hoy en día, en ese mundo [un mundo atravesado por innumerables pantallas], la distancia entre la práctica de la música y la práctica de la escritura, si no se ha borrado, ha dejado de ser abismal».

Pero, en lo referente a lecturas narrativas de work in progress en España (que yo sepa), no hay apenas nada. Bueno sí, están las sesiones de micro abierto del Bukowski club en Madrid –aquí-, pero yo me refiero a un evento concebido exclusivamente en torno a la lectura de novelas en proceso, no a la simple posibilidad de leer en público un relato (publicado o inédito).

Además, las tímidas experiencias referidas se han venido desarrollando siempre en lugares más o menos convencionales (librerías, ferias del libro, auditorios de instituciones culturales, bares con programación artística o galerías de arte)

4.

Por eso me llamó la atención el evento auspiciado por la reciente Feria del libro Independiente de Oaxacaaquí– y que llevaba por nombre Show de luces y cortes, un evento de lectura de novelas en proceso y que tuvo lugar en una localización algo extravagante: la peluquería sir Pepe. En el acto intervinieron Brenda Lozano, Daniel Saldaña-París, Saúl Hernández y Gabriela Jáuregui [Estaba previsto que, además, participase Pablo Duarte, pero debido a un problema familiar, no pudo asistir].

Por saber un poco más del asunto me comuniqué con Daniel Saldaña-París (Ciudad de México, 1984), escritor mayormente conocido por su labor poética, quien afronta ahora la escritura de una novela que espera tener lista para 2012.

Daniel leyó en la peluquería sir Pepe un capítulo de su novela-in progress que lleva por título tentativo Ahora que vamos despacio.

Le pregunto enseguida a Saldaña-París por la utilidad del evento y este me responde que «creo que la lectura en voz alta puede servir para someter el texto a una primera reacción, aunque sea una reacción al botepronto». No obstante, me cuenta que ya leyó extractos de esta novela con anterioridad, hace unos meses, junto a Alejandro Tarrab, en un bar de la colonia Roma (México DF) y que ello tuvo cierto impacto sobre su proceso de escritura, pues:

«antes de leer no estaba muy seguro de que aquello pudiera resultar interesante para alguien, y los comentarios que recibí, fueran por convicción o por amistad, me subieron un poco la autoestima y me dieron ánimos para retomar la escritura (lentísima) del libro».

Respecto a su lectura en sir Pepe, Daniel me dice que la presentación pública del material le ha servido «si no para acelerar el ´proceso`, sí para convencerme de que tendría que terminarlo en algún momento».  «Leer en público algo inacabado», dice Daniel, «me compromete con el texto».

En su opinión, la poesía «se adapta mejor a la lectura en voz alta». Y no sólo por el componente musical, dice, «sino porque una novela depende más de la estructura general y se presta menos al descuartizamiento». No obstante, a él le gusta la idea de que «un fragmento de novela pueda entenderse como un poema enrarecido».

A mí me parece de especial interés que se saque a la literatura de sus ámbitos más prototípicos, y es de la misma opinión Daniel, pues me dice que «creo que el hecho de leer en un emplazamiento atípico ayuda a atraer gente de otros ámbitos». Además, ello permite que se huya del peso protocolario que suelen tener estos eventos realizados en contextos más formales.

Me dice Daniel que «en México, en especial, somos demasiado rígidos con esos formatos, y la idea que tuvimos Brenda Lozano, Gabriela Jáuregui, Saúl Hernández y yo al hacer la lectura en la peluquería de sir Pepe fue revertir discretamente esa costumbre». Pues «la literatura», añade, «no sucede en un espacio neutro o eidético. La curaduría de una lectura no es solamente la selección de autores y textos, sino también las condiciones materiales del acontecimiento».

Según Daniel, la impresión general de los asistentes ha sido positiva, aunque reconoce que es difícil que el público sea capaz de hacer observaciones precisas sobre un texto-in progress si no lo tiene delante, apenas con la mera escucha.  Por contra, la ventaja de esto, de la lectura, es que se puede poner el énfasis en la «performatividad» del texto, me dice, y compensar así «la pérdida del sentido global o de la trama, irrecuperables en una lectura que no puede durar más de media hora».

Saldaña-París y el resto de los escritores que participaron en el evento de sir Pepe están por la labor de mover la literatur a aquellos lugares donde «se puede ver a la gente desempeñando oficios varios». Brenda Lozano sugiere que las tlapalerías tendrían cierto potencial; se cuenta en estos lugares, además, con un «elemento extra de disfrute» y es el de tener la posibilidad de «ver la ciudad de otra manera».

Y es que, en opinión de Saldaña-París, «los mejores proyectos están teniendo lugar fuera del ámbito institucional; no solo porque los autores estamos cansados del mantelito, sino porque hemos encontrado una respuesta más o menos positiva, un público más variado». En su opinión, se habría de buscar un elemento más lúdico en el modo en el que actualmente concebimos el arte y la literatura con el espacio público. Así, los rituales «pierden solemnidad»; claro que, puntualiza, «desconfío de los autores que hacen experimentos multidisciplinarios o apuestas gestuales de gran osadía, pero cuyo contenido es absolutamente insustancial, o tan aburrido como cualquier otro».

Me dice que quizá la experiencia fuese exportable a otros países, que sería, además, deseable. De hecho, dice, «seguro que ya hay experiencias y proyectos similares -que no conozco- en muchos otros sitios».

Para quien quiera saber más: –aquí– hay una crónica de Mich Hernández para El Jolgorio Cultural, y –aquí– un vídeo del evento en el que Saul Hernández lee un extracto de un poema.

Si alguno de Vds. sabe de eventos parecidos que anden sucediendo en cualquier punto del globo terráqueo (en español, no en inglés), nos encantaría saber de ello.

by J.S. de Montfort

es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.

2 Replies to “¿Son útiles las lecturas públicas?”

  1. 1
    Pedro Parés Freites

    Estas iniciativas, que surgen en diversos lugares del mundo, están contribuyendo a recrear y revitalizar la convivencia y comunicación significativas en general, y la cultura literaria en particular. Es una búsqueda inteligente e ingeniosa de nuevos y viejos públicos, y una procura de mayores, mejores y más diversas percepciones de la creación -en estos casos textos de novelas en progreso- para sensibilizar, motivar y estimular infinitas respuestas, a la par de la influencia recíproca que ello genera, autoras y autores en sus públicos, públicos en sus autoras y autores. En Yaracuy y Lara, Venezuela, puedo mencionarles iniciativas literarias afines que están promoviendo y realizando los colectivos El Cuarto de los Duendes, Resistencia UNEY, Monte y Culebra, Rótulo ediciones… Es cuestión de que sigamos en contacto. Gracias por difundir y compartir esta ejemplarizante experiencia literaria.

  2. 2
    J. S. de Montfort

    Muchas gracias por la información, Pedro.
    Desde luego que lo importante es que haya comunicación entre gente que trata de promover iniciativas parecidas, para aprender unos de otros y buscar con ello nuevos modos y maneras para la literatura en este siglo XXI.

    Saludos.

    J.S. de Montfort

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