Gonzalo Baeza

Un iluminado escribió hace poco en Babelia que hacer listas de libros “es la humillación de la propia idea de crítica”. Se trata de la predecible columna en contra de las listas de fin de año que suele venir de parte de quienes no leen un libro hasta que James Wood les escriba un ensayo y que seguramente les molesta hasta que un mozo les sugiera un plato en un restaurant porque “humilla la propia idea de comer”. Procedamos, pues, a humillar a la crítica y confirmar la validez de otros ataques a la práctica de hacer listas, tales como que se trata de un ejercicio de egocentrismo o que solo les importan a unos pocos:

Fiel a la tradición púgilística que inspira a esta revista de campeones, parto con el libro de relatos negros de boxeo Un paquete para el mánager (2011) de Arturo Seeber Bonorino. Son diez cuentos que transcurren en Argentina bajo la sombra del Luna Park y con la sordidez propia del gimnasio venido a menos. Con un humor muy argentino, me recordó a los relatos de fútbol de Fontanarrosa, pero también a otras grandes colecciones de cuentos de box como Rope Burns de F.X. Toole (en los que se basa la película Million Dollar Baby y Bring Your Legs With You de Darrell Spencer.

Otra buena lectura fue Norte de Edmundo Paz Soldán, quien vuelve a escribir una novela ambientada en EE. UU (hecho que alguna vez le reprochara un torpe crítico chileno). Tres historias de individuos que se pierden y se reinventan en un territorio que sigue atrayendo con su promesa fáustica de un futuro distinto.

Siempre me han gustado las colecciones de cuentos que giran en torno a un mismo universo, en especial si ese universo es un pueblo miserable como el Knockemstiff de Donald Ray Pollock. Como dijo Joan Didion: “Un lugar pertenece por siempre a quien toma posesión de él con mayor fuerza, lo recuerda de la forma más obsesiva, lo tuerce, le da forma, lo describe y lo ama tan radicalmente que lo rehace a su propia imagen”. Pollock es ciertamente dueño de ese pedacito de tierra llamado Knockemstiff en el sur de Ohio, región en donde trabajó por décadas como empleado de una papelera antes que irrumpiese con esta colección en 2008. En su primera novela, The Devil All the Time, Pollock regresa a ratos a Knockemstiff pero también se aventura en el territorio del Gótico Sureño de Flannery O’Connor y Hubert Creekmore, con un elenco de violentos y estrambóticos personajes.

Un autor que también ha hecho suya una parte olvidada de EE. UU es Daniel Woodrell, más conocido por su novela Winter’s Bone, cuya reciente adaptación cinematográfica fuera nominada al Oscar. En su primera colección de cuentos, The Outlaw Album, Woodrell vuelve a las montañas Ozark y en su estilo faulkneriano da vida a un mundo rural de laboratorios de metanfetamina, veteranos de la guerra de Irak incapaces de reinsertarse en la sociedad y convictos al borde de perder su libertad bajo fianza.

Crimes in Southern Indiana de Frank Bill debe ser uno de los mejores debuts literarios del 2011. Al igual que Pollock, Bill es un escritor que comenzó a publicar tarde, principalmente en revistas de literatura negra como Plots With Guns, hasta que sus relatos de ese EE. UU en proceso de desindustrialización y olvidado por las elites intelectuales de las costas comenzaron a llamar la atención. Farrar, Straus and Giroux publicó esta colección hace unos meses y el próximo año lanzará su primera novela, Donnybrook.

Otros libros de cuentos muy recomendables publicados este año: Volt de Alan Heatchock y The Sinners of Sanction County de Charles Dodd White.

Y como no todo en esta vida es leer sobre pobreza y metanfetaminas en gringolandia, la Antología del nuevo cuento chileno de Francisco Díaz Klaassen fue una grata sorpresa. En esta antología de autores ficticios, Díaz Klaassen da voz a múltiples registros, incluido el del idiosincrático antologador Orlando Martínez, más preocupado de hablar de sí mismo que de analizar a los escritores en cuestión.

El Lejano Oeste americano siempre me ha fascinado, desde las novelas de bolsillo de Silver Kane y Marcial Lafuente Estefanía que circulaban en los quioscos chilenos de mi infancia hasta series televisivas como la magistral Deadwood. Para el que piense que ya se ha escrito todo sobre esta región, aquí van dos libros aparecidos este año: The Sisters Brothers del canadiense Patrick DeWitt y La chica que dejamos atrás del español Rafael Garranzo. El primero, nominado al Man Booker Prize, es un hilarante Western revisionista al estilo de Charles Portis. El segundo es una visión caleidoscópica del Oeste relatada por quienes realmente colonizaron la frontera como el pintor George Catlin o el historiador Frank Parkman, así como quienes fueron colonizados.

The Longshot de Katie Kitamura es una novela perfecta. Escrita con precisión quirúrgica, describe los tres días de preparación final de un peleador para un combate en Tijuana. Pocas veces he leído un relato que se inserte tan bien en la personalidad taciturna de peleadores y entrenadores que incluso cuando ganan, pierden. Kitamura es definitivamente una escritora a la que hay que estar atentos.

Por último, un libro que me tomó dos años leer, pero valió la pena. The Anti-Enlightenment Tradition del historiador israelí Zeev Sternhell, un ensayo magistral sobre las raíces del pensamiento reaccionario desde Herder, Burke y Nietzsche hasta comienzos del siglo 20.

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