2011 empezó mal, pero sigan leyendo; al final hubo sorpresas.
Y es que es verdad: las obras maestras no abundan. Este año leí por obligación muchos libros tímidos, apocaditos, escritos para agradar; libros que no hieren ni aterran; libros inertes que se van río abajo sin dejar recuerdo, y buen viaje para ellos, so long, farewell, auf wiedersehen, adieu.
Pero algunos siguen vivos bajo el microscopio. Son estos.
–Gordon, de Edith Templeton. Una narradora lista, atenta y pija sometida a una relación sadomasoquista con un psiquiatra que va de profundo. Estamos en Londres después de la guerra, Freud flota en el aire y ciertos clichés como el complejo de Edipo y la sublimación tienen aún vigencia. La narradora se mete de cabeza donde no debe, y asiste al experimento de humillación propia como si la víctima fuera su vecina. Un libro anti-erótico que da verdadero asco y va con fuerza al top-ten.
–Glister, de John Burnside. Aún no sé muy bien dónde está la garra de esta novela que se recuerda como un sueño pegajoso. Una ciudad más o menos apocalíptica, una central eléctrica abandonada con un núcleo letal, niños desaparecidos, el limbo, la redención, personajes rotos. Suena fatal, ¿a que sí? Pues piensen en un cruce entre una visión de William Blake y una película de psicópatas, y después léanlo.
–Tormento, de Benito Pérez Galdós. Uno lee a Galdós con pensamientos totalitarios. Bajo su sombra, parece razonable pensar que su lectura debiera ser obligatoria, aun a punta de pistola. No hay nada en castellano como el ciclo de Novelas Contemporáneas de Galdós. Este año me bebí Tormento, apuré, brindé y volví a leerlo para ver si era tan bueno como parecía. Y era mejor.
–Some hope, Bad news, Never mind, Mother’s milk y At last, de Edward St. Aubyn. Cinco novelas una tras otra de la mano de un tipejo de personaje, Patrick Melrose, en el que se junta lo peor de Gran Bretaña como en un refrito que trajera a la boca sabor de cosas viejas mal digeridas. Y es que Patrick Melrose es tal vez uno de los personajes más repulsivos de la literatura de los últimos años. Por haberlo creado, St. Aubyn entra en la lista.
–The lowlife, de Alexander Baron. Porque recuerda a una era en la que los escritores tenían mala hostia de verdad y escribían sabiendo que el tiempo del lector es, señores, oro.
Gracias, y que el año nuevo mejore el pasado.
es legión.
Hello Pablo;
I enjoyed your commentary, concise and fresh. Let me suggest two books by Aravind Adiga; «The White Tiger», this year’s Booker Prize winner and «Last man in Tower». Both are set in modern Mumbai and portray honestly with affection and humor, the creative destruction and transformation of Indian culture by 21st-century free market economics. You may see some parallels with Spain.
You are an excellent travel companion and both Carol and I are very happy we met you.
Cheers
Bob