El adagio de no juzgar a un libro por su cubierta es un lugar común, aplicable a variedad de situaciones totalmente remotas al mundo de la edición. En ocasiones, sin embargo, su pertinencia es tal que se debe recurrir a él precisamente en tal contexto. Es el caso de la primera edición estadounidense de Behind the Beautiful Forevers: Life, Death and Hope in a Mumbai Undercity, de Katherine Boo. Una investigación periodística de indudable mérito literario y social ha sido empacada en una cubierta espuria en concepción e intención.
Ello no es perceptible a primera vista. El título alerta que el escenario es una villa miseria de Mumbai, India. Parece concordante entonces que, en primer plano, aparezca una niña, vestida con traje húmedo y deslustrado, sentada precariamente en medio de una charca. A lo lejos se percibe una edificación moderna de varios pisos que luego se colegirá es un hotel de lujo en las cercanías del aeropuerto de Mumbai. A su alrededor se erigen unas chabolas hechas de plástico, metal y madera, rodeadas de basura. A pesar de ello, la pequeña se encuentra esencialmente ajena a ese ambiente: tiene los ojos cerrados y torna su faz, dichosa y arrobada a un tiempo, hacia el cielo.
El contraste creado por esos elementos, sombrío y a la vez poético, es inolvidable. Ese resultado, sin embargo, no ha sido creado en función de un momento decisivo, à la Cartier Bresson, sino artificialmente, por medio de retoques digitales. Se trata de una composición que combina dos fotografías tomadas en lugares y momentos distintos. La villa miseria, captada por la fotógrafa italiana Chiara Goia, es Annawadi, Mumbai, lugar en que se desarrolla la historia narrada por Boo. Sobre esa toma se ha sobreimpuesto digitalmente la imagen de la niña, extraída de una escena captada en la ciudad de Bhopal –a cientos de kilómetros de distancia- por otro fotógrafo, el también italiano Alex Masi.
¿Por qué la casa editora –Random House- decidió incorporar una combinación visual y emocional de ese tipo? ¿Por qué utilizar la figura de la niña retratada por Masi, imagen ampliamente divulgada e incluso premiada a nivel internacional? En vano se buscará respuesta a esas interrogantes en las numerosas, laudatorias reseñas que la obra de Boo ha suscitado en la prensa de lengua anglosajona. Ninguna de ellas menciona tal uso, ninguna se adentra en la contradicción entre la cubierta y el contenido del libro. Ese uso y ese silencio constituyen, sin embargo, el mejor testimonio de cuán inconfortables resultan para muchos las verdades plasmadas en Behind the Beautiful Forevers.
En la fotografía original de Masi, la expresión de dicha de la niña tiene un motivo evidente: en medio de un día de intenso calor, la pequeña se maravilla ante una lluvia inesperada. En la portada de Behind the Beautiful Forevers, la lluvia ha sido eliminada; la expresión de la niña aparece como un espontáneo, inexplicable momento de deleite. El implícito subtexto es claro: la placidez de la infancia es inmune a la adversidad y a la pobreza.
En la cubierta, como en el filme Slumdog Millionaire –también ambientado en una villa miseria de Mumbai, también focalizado en niños– poco importan degradación, abuso e injusticia. El final feliz y comercialmente aceptable está prefigurado, más allá de cualquier tribulación. El que el texto aprisionado en tal exterior denuncie exactamente lo contrario crea una de las más intensas paradojas editoriales de los últimos años.
nació en Pelileo, Ecuador, en 1971. Es autora de La Flama y el Eco: ensayos sobre literatura (2009); Mejía secreto: facetas insospechadas de José Mejía Lequerica (2013), Anatomía de una traición: la venta de la bandera (2015), Dolores Veintimilla, más allá de los mitos (2015), y de la edición crítica de las obras de Dolores Veintimilla (2016). Reside en Nueva York.
Bravo.