Conquistar Espacios

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1.

Hace unos días se hacía eco el poeta Eduardo Moga en su blog [1. Eduardo Moga, La crítica literaria, Blog Coronicas de Ingalaterra, 09-Junio-2014] de la renuncia de otro poeta y crítico literario, Álvaro Valverde, a colaborar en el suplemento ABC Cultural. Sin entrar a discutir las peculiaridades de la renuncia de Valverde, que desconozco y son, en cualquier caso, personales, íntimas y privadas, sí me gustaría llamarla atención sobre un hecho que me parece crucial, y es la necesaria (re)conquista de la crítica literaria de los espacios perdidos en los medios generalistas y en los suplementos culturales de los periódicos de mayor difusión.

Es razonable que cada vez quede menos espacio en estos medios y que, por lo tanto, la pelea por encontrar un hueco sea más enconada y salvaje. Claro que se trata de espacios ínfimos y poco relevantes, más bien marginados y a los que se los trata no sin un cierto desdén. Pero ahí están y se han de preservar. No solo eso, se ha de batallar para expandir sus márgenes, a fuerza de trabajo bien hecho, pasión y cercanía con los lectores. No podemos renunciar a esos lugares de privilegio.

Lo repito: no podemos.

2.

Se ha producido en España, en las últimas elecciones europeas, una victoria sin precedentes de un partido político llamado precisamente Podemos. Un partido que se formó apenas cuatro meses antes de las elecciones y que, en un brevísimo espacio de tiempo, ha sido capaz de conseguir cinco parlamentarios. Y destaco este acontecimiento por una razón, porque su líder, Pablo Iglesias, tuvo muy claro desde el principio que la batalla dialéctica, la proposición ideológica, se había de guerrear en los medios. Y lo consiguió.

Comenzó a buscar los espacios en 2010, desde un programa televisivo más bien underground, La Tuerka; y, de ahí, poco a poco, fue saltando  a todas las tertulias de las televisiones nacionales. Su filosofía es muy sencilla: hemos de estar no solo donde están nuestros amigos, sino precisamente donde se atrincheran nuetros enemigos.

Y este lema me parece perfectamente válido para la crítica literaria, pues pienso que no debemos dejar la crítica literaria confinada exclusivamente al limbo de Internet. Yo creo en la web, en sus beldades, en su capacidad para abrir el discurso y expandir la discusión. Pero también creo que la crítica literaria en la red se dirige a los ya iniciados.

3.

Decía hace varios días Alejandro Arturo Martínez, en su recuento de la XI Jornada de Jóvenes Críticos, organizada por el Centro de Estudiantes de la Escuela de Letras de la UCAB, que:

«Si hay algo que aprender de estos jóvenes universitarios, es que el tiempo de la crítica y la reflexión debe ser una lucha constante si queremos lograr el progreso.» [2. Alejandro Arturo Martínez, Nuevas voces de la crítica literaria. Estudiantes, más allá de la batalla, El Nacional, Venezuela, 08-Junio-2014]

Habla Alejandro Arturo de las jornadas de críticos literarios que se celebraron a mediados de mayo, en Venezuela.  Y cuenta cómo fueron capaces de coger un evento que funcionaba más o menos tal que un ceremonial acto de clausura del año académico y abrirlo a todo el país, involucrando a jóvenes críticos literarios de muchas otras ciudades. Recibieron un total de treinta y nueve ponencias, procedentes de seis universidades diferentes de Venezuela.

Puede que no parezca gran cosa, pero de la nada a esas treinta y nueve ponencias media un abismo. Ya se ha establecido un precedente; ahora queda seguir tejiendo complicidades, animando a la gente, propiciando el debate.

4.

Es importante visibilizar la figura del crítico literario.

No hay críticos literarios en la televisión, ¿por qué no hay críticos literarios en la televisión?

Se invita a hablar a libreros, se entrevista autores. Aparecen agentes editoriales, editores, incluso bibliotecarios y blogueros.

Pero… ¿y los críticos?

La televisión es un espacio al que no podemos renunciar, tampoco. Hemos de encontrar una estrategia para colonizarla.

5.

Una precisión: no se trata de rebajar la rigurosidad del discurso, pero sí de adaptarla. De volverla adecuada al medio, al tono y el ritmo del lugar en el que se ubica y, por sobre todo, al auditorio/audiencia o público al que este discurso se dirige.

La discusión pública de las ideas, sí, debe alcanzar también esos espacios proscritos donde no se espera al crítico.

Hemos de presentarnos sin avisar; hay que encontrar estrategias, nuevas estrategias que nos permitan alcanzar eso lugares hoy proscritos y que resultan tan cruciales para la pervivencia social de la crítica literaria.

Toca estrujarse la sesera.

6.

Un ejemplo: las epistolas digitales de las que se sirve Francisco Serratos para ejercer la crítica literaria.

7.

La crítica preocupa, pero no ocupa.

Entre los años 2010 y 2011 la Revista de Letras organizó un concurso de blogs de crítica literaria. Dos años duró. Dos años.

En España hay cientos, miles de premios literarios. De ficción, de no ficción, de periodismo, de viajes, de haikus y microrrelatos, de poesía y cartas de amor; sin embargo, no hay un solo premio de crítica literaria. Ni uno.

Lo repito: ni uno [3. Es cierto que hace unos días se falló el I Premio de Periodismo Cultural José Luis Gutiérrez y que ganó Peio H. Riaño. Sin embargo, y aunque este se ocupe de los libros en sus trabajos para El Confidencial, difícilmente podríamos decir que practica Riaño la crítica literaria].

8.

Una admonición.

Es de Alberto Olmos, de su última novela Alabanza (Random House, 2014):

«Para el año 2017 no quedaba uno solo de aquellos armatostes que durante décadas respondieron al nombre de Suplemento Literario o Revista de Libros, y el juicio y debate sobre escritura artística se había trasladado por completo al entorno de internet, donde se practicaba la guerra de guerrillas, con la consabida confusión selvática de bandos, razones y victorias. Ya nadie ganaba nunca, ya nadie era tan famoso o tan prestigioso; ya nadie tenía algo que decir que mereciera la pena escucharse. Todo era ruido; todo era origen» (pág. 78)

Ya nadie ganaba nunca, héte aquí la tragedia: el fin de la esperanza.

9.

Un diagnóstico parecido es el que se desprende del artículo que hace unos días firmaba Ricardo de Querol para El País:

«Los críticos tienen ante sí más lectores que nunca. Pero ya no están solos en el debate público sobre los libros. Las voces de referencia suenan entre muchas otras que animan el debate. El buen lector sabrá encontrar la excelencia. [4. Ricardo de Querol, La crítica en días de tuits, El País, 6 de junio de 2014].

No seré yo quien venga a poner en cuestión el juicio soberano de los lectores, pero sí que creo que sería bueno facilitarles un poco la búsqueda, el desbroce.

10.

Por último, recordemos lo que dejó dicho Vicente Luis Mora, en la mesa redonda que organizó El País en la Feria del libro de Madrid el pasado diez de junio, bajo el  título de «¿Crítico, bloguero o librero? Quién es el prescriptor cultural de la era digital», pues que todo es una cuestión de responsabilidad, y que «ser autocrítico es el espíritu que debe impregnar el trabajo de todo crítico» [5. Javier Picos, ¿Tuits, blogs o suplementos literarios? Todos, si la crítica es de calidad, Unir Revista, 11-Junio-2014].

En mi opinión, la responsabilidad, la autocrítica y el criterio es el fundamento básico, pero se necesita de una estrategia conjunta. Si de veras pensamos que la crítica literaria tiene alguna utilidad hoy, deberíamos propiciar modos para visibilizarla y re-valorizarla. Hay algunas voces independientes de críticos valiosos, sí, claro, pero sin un debate conjunto, sin un diálogo fructífero entre ellos, las voces quedan ahogadas y resultan blancos bastante fáciles para las esperables hipotermias.

by J.S. de Montfort

es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.

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