«cuando ser leve y frágil es la mejor prueba
de lo que dura, empecinado y, al fin,
permanece más allá de la sal,
la noche y el silencio.»
Bruno Montané, «Teoría de la fragilidad»
1.
Al hilo de la novela new mYnd (Aristas Martínez, 2014), del multidisciplinar Colectivo Juan de Madre, se pregunta Vicente Luis de Mora:
«¿Significa esta absorción de la esencia publicitaria por la literatura una especie de sacrificio al mercado, de rendición incondicional ante la comercialidad y el espectáculo?»
Y a ello contesta, con diáfana claridad:
«Pues no, en realidad todo lo contrario» [1. Vicente Luis Mora, «La gramática metapublicitaria: new mYnd», Diario de Lecturas, 05-Julio-2014].
Vale la pena contrastar esta cita con otra de Henry James, de su libro El comienzo de la madurez (Periférica, 2014), es la siguiente:
«había hecho intensamente mía la idea de que todo cuanto hacía, o mejor, aquello a lo que solo podía someterme , sería, al nivel más íntimo, muy provechoso para mí» [2. Henry James, El comienzo de la madurez, Traducción de Juan Sebastián Cárdenas, Periférica, Cáceres, 2014, pág. 53]
La lección es muy clara. Nos domina la publicidad, nuestro mundo es particularmente exhibicionista y egocéntrico. Pero, cuál es la mejor estrategia: ¿someterse a este estado de cosas o permanecer al margen?
2.
A este respecto, habríamos de decir también algunas palabras sobre la publicidad de la vida íntima. Recordemos algo que dejó escrito el rumano Mircea Cartarescu:
«Mi vida no es rica en acontecimientos, y los más expresivos que recuerdo los he exprimido ya al máximo en mis libros. Y, sin embargo, hay algunos sobre los que, por diferentes motivos, no he podido escribir, pues aquello de que «todo es vendible» cuando eres escritor es tan sólo en teoría. En realidad, miles de escrúpulos y de reservas hacen que omitas algunos hechos, en apariencia insignificantes, pero que (y debido precisamente a que son tus escrúpulos) pueden ser un túnel hacia estratos vulnerables de tu propio interior. No somos la interfase social a la que llamamos «nuestra persona»: alguien a sus espaldas, un ser incomparablemente más vasto, nos controla, nos modela, y censura muchas veces nuestros pensamientos y acciones» [3. Mircea Cartarescu, Por qué nos gustan las mujeres, traducción de Manuel Lobo, Ed. Funambulista, Madrid, 2006 pág 93].
Es interesante esta autocensura del escritor, que parece que hablando de lo propio se desenmascara, cuando no es verdad. En realidad, lo que hace es producir variaciones de sí mismo para encontrar un matiz de la verdad que escapa al acontecimiento biográfico. Pero ya saben que esta es una lección que nos legó Proust.
3.
También es un asunto interesante el que vincula a la publicidad y las reseñas de libros. En este sentido me ha llamado la atención el manifiesto de la revista de reseñas literarias Vísperas y que dice así:
«Vísperas nació con la vocación clara de hacer de la reseña literaria algo más que un producto publicitario.»
4.
Sin embargo, no parece que los más jóvenes tengan problemas con esto de que la publicidad haya colonizado el espacio de la crítica y el comentario de libros. Un ejemplo es el artículo de la poetisa Luna Miguel «5 libros que debes leer si vas a independizarte», publicado en PlayGroundMagazine y que viene patrocinado por Starbucks.
5.
Puede que la narrativa quiera entrar en este juego del discurso publicitario. Sin embargo, lo que me parece irrenunciable es que la crítica literaria se mantenga siempre al margen. Debe ser siempre libre, desinteresada, juiciosa y ecuánime; la crítica literaria. Sobre este tema vale la pena echarle un ojo al post de Ernesto Castro «Absolut Vodka y las it girls del arte. Respuesta a Pilar DM.» donde censura precisamente que textos de crítica de arte estén patrocinados por una marca de vodka.
6.
Yo reclamo para la crítica literaria ese espacio leve y frágil del poema de Bruno Muntané que citábamos al principio.
Siempre en vilo, a punto de desmoronarse, pero resistiendo.
Como ese otro poema de Miquel Dolç («Heura», de su libro de 1962 Flama) y que dice así:
«Perquè arribes als raigs més esmortits / de la meva mirada, / s´allargen com a tiges els teus dits «(Para llegar a los rayos más mortecinos / de mi mirada / se estiran cual tallos tus dedos» [4. Miquel Dolç, Poesia Completa, edicions de la Ela Geminada, Girona, 2012, pág 229].
Hacer ahí raigambre en lo oscuro, y no envalentonarse bravamente al modo de la filípica, no guerrear con la hazada en la mano, sino ser sutil en la gravedad, ser, otra vez, frágil y leve, y buscar la estabilidad más allá de los focos.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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