1.
En una entrevista de hace un par de años para la revista Tónica, decía el crítico y escritor argentino Ignacio Irulegui:
«Frecuentemente leo críticas después de haber leído el libro en cuestión, para ampliar el horizonte de significado del mismo» [1. Virginia Ruano en entrevista con Ignacio Irulegui, «Creo que el ámbito ideal para la crítica es Internet», Revista Tónica, 13-Diciembre-2013]
2.
En otra entrevista, esta de hace unos pocos meses, el filósofo español Javier Gomá Lanzón, a la pregunta de «¿Le importa la crítica?, ¿Le sirve para algo?», contestaba:
«De las críticas razonadas en largos artículos de revista, que son como ensayos, sí se aprende. De las cortas en suplementos se aprende más bien sobre la recepción social de tu obra, lo cual es también importante» [2. Javier Gomá, «El arte contemporáneo raramente emociona», El Cultural / El Mundo, 26-septiembre-2014].
3.
Es un tema recurrente, pero al que conviene volver de vez en cuando. Me refiero a los dos tipos de crítica que se producen hoy día, en estos días aciagos y lúgubres para la crítica literaria [3. Manuel Rodríguez Rivero califica a estos tiempos como «el peor momento (para la crítica literaria) desde que Aristóteles la inventó en su Poética«, Manuel Rodríguez Rivero, «Citas no siempre citables», Sillón de orejas – Babelia / El País, 17-Enero-2015] y a las que llamaremos crítica pre y post. La primera es aquella de los suplementos, o la que se practica mayoritariamente en los blogs. Una crítica de opinión, valorativa, que se pretende útil y sirve más al consumidor que al lector o al crítico.
Y luego está la otra crítica, la que lee de veras.
Cito de nuevo a Irulegui:
«La lectura no es ocio ni entretenimiento: es una problematización» [4. Ignacio Irulegui, «Los peligros del sentido», NewSpleen, 18-septiembre-2014]
4.
Pero concretemos, para no hablar en abstracto. Tomemos un ejemplo, un crítico que entrevista a una autora revelación (Milena Busqueds), para un medio generalista (el suplemento de cultura El País), y veamos cómo le introduce al lector las virtudes de la novela, a cuenta de la que se realiza la entrevista. Dice Carles Geli:
«El grito vital que destila la breve novela [También esto pasará (Anagrama, 2015)] tiene un timbre particular, detectado pronto: en una fenómeno no visto en décadas en un autor español»[4. Carles Geli, Milena Busquets: “Es bueno que te expulsen de la infancia”, Babelia / El País, 14, Enero-2015]
Un timbre particular, un fenómeno que hace décadas no se ve en la narrativa española. Pero, ¿nos explica en qué consiste ese timbre, esa -supuesta- genialidad? No.
Vale que Geli es un periodista y no un crítico, pero es, al fin, una de las -pocas- personas habituales de la sección de cultura de un gran periódico y el que da cuenta de fenómenos y tendencias. En definitiva, alguien que tiene la obligación de ser más preciso.
5.
En este sentido de crítica que no cumple su cometido se halla algo que ha dejado escrito la cronista y periodista y poeta peruana Gabriela Wiener:
«Los libros no son para la gente lo que los críticos dicen que son» [5. Gabriela Wiener, «Isabel Allende seguirá escribiendo desde el más allá», incluido en Llamada perdida, Malpaso, 2015, pág 165].
Bueno, sí y no.
Está claro de cada quien otorga el valor que desea a una obra literaria, pero es un valor sentimental, digamos, de uso. Pero ello no atañe a sus propiedades fundamentales. Vaya, que la lectura privilegiada de un crítico no ha de funcionar (solo) como acto de impugnación. Tiene que presentar una lectura relevante e informada. Esto es: tiene que ser una lectura con valor a posteriori.
6.
Volvamos otra vez a la crítica pre y post.
La primera es la que anima al lector a que se adentre en el libro. Son lecturas que parten del marketing y que no buscan detallar demasiado las virtudes del libro o sus claves o ideas, sino que se basan en el mero placer del gusto. Y no está mal que así sea. Me parece que es necesario, que exista un primera puerta de entrada vistosa, fácil, alegre y optimista, una primera toma de contacto que es la función que ejercen hoy día los suplementos literarios de los grandes periódicos.
Digamos que con la lectura pasa lo mismo que con el amor, que los flechazos no son estadísticamente relevantes.
He aquí, pues, la importancia de esta «primera noticia» que los lectores tienen acerca de un libro nuevo o desconocido.
7.
En el polo opuesto de los suplementos, tenemos a los blogs y a las webs de crítica literaria (pocas, cada vez menos), cuyo servicio (y baluarte) es el de ofrecer al lector una suerte de recompensa, o un extra. Esta crítica post habría de servir así para profundizar en lo que el lector ya conoce, dándole claves de interpretación y significados.
Una crítica que trate, en lo posible, de contextualizar la obra y de expandir su alcance, proponiendo conexiones y simbología diferentes.
Una crítica que sirva para el debate y contribuya al ejercicio del libre pensamiento.
8.
El problema es que esa puerta de los suplementos se está convirtiendo en mirrilla. El reto, pues, es: ¿cómo puentearlos?
Así las cosas, creo yo que el reto justamente es ser capaces de que la crítica post cumpla, al mismo tiempo, la función de la crítica pre. ¿cómo? Muy fácil, expandiéndose, multiplicándose, ampliándose.
Cuanta más crítica post haya, más fácil será que esa toma primera toma de contacto se produzca.
El desafío que tenemos al frente es el de construir una crítica que no se avenga exclusivamente a su función de impugnación, sino que promueva el conocimiento y, al mismo tiempo, sea capaz no solo de compartir experiencias emocionales, sino de provocarlas.
Y esa crítica, me temo, solamente se puede desarrollar hoy día en la web.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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