El dedo en la herida

Ferreira

El novelista colombiano Daniel Ferreira

 

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El novelista Daniel Ferreira (San Vicente de Chucurí, Colombia. 1981)  recuerda –¿quién podría olvidarla?– una escena presenciada a los seis años: desde la puerta de su casa vio agonizantes a unos policías. Apenas percibieron la presencia del pequeño los asesinos se voltearon a saludarlo. Tal vez todo comenzó justo ahí, en ese conocimiento infantil de la muerte y de la sangre, que le hubo de permitir a Ferreira –según Margarita Valencia, el más notorio representante de la novísima literatura colombiana– escribir Rebelión de los oficios inútiles, un relato moderno y arriesgado –los adjetivos son de Juan Cruz, jurado del Premio Clarín–, un verdadero memorial de agravios, hilvanado con la destreza de quien conoce el oficio de narrar, alternando las voces y los actos con el pulso de un lector y cinéfilo informado. Entroncada con una genealogía narrativa que incluye a José Eustasio Rivera, Daniel Caicedo y Fernando Soto Aparicio,  la novela se ocupa de la toma de un predio baldío por una muchedumbre de destechados, y la retoma a la fuerza por un escuadrón paramilitar. La líder, Ana Larrota, mujer de lengua hábil y firmes ideas; el magnate en quiebra Simón Alemán y el reportero con devaneos artísticos Joaquín Borja son los encargados de conducirnos por los intersticios del drama, cuyo telón de fondo es uno de los períodos cruciales de la centuria pasada: el fin del Frente Nacional y el fraude del 19 de abril de 1970. En las 293 páginas del volumen seguimos el rastro de uno de los tantos males de la patria: la lucha violenta por la propiedad de la tierra y de los recursos naturales.

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Ángel Castaño Guzmán: En alguna parte dice usted que la única obligación del escritor es recordar más que los demás. Esta postura ética y política, ¿cómo se traduce en la construcción de sus novelas? ¿Su proyecto Pentalogía de Colombia es un esfuerzo por no olvidar los nombres y rostros de la infamia?

Daniel Ferreira: Esto que parece una postura ética es solo un recordatorio que me hago para mantener los pies en el lugar donde he vivido. La construcción de las novelas no tiene nada que ver con la ética del escritor. Para escribir, hay que ser completamente amoral, es decir, hay que ser capaz de escribir sobre lo que el propio libro impone y, a veces, eso está muy alejado de la ética y la moral del autor. Pentalogía es un esfuerzo personal por comprender la vida y este país.

ACG: En Rebelión de los oficios inútiles se narra la toma de un terreno en un pueblo periférico y sus consecuencias. Ana Larrota, la líder de los sin techo, es uno de los personajes con los cuales usted se identifica –lo dijo en una entrevista–. ¿Cree que el novelista debe conservar al presentar la historia la imparcialidad o tomar partido por uno de los bandos en disputa?

DF: Hay otro personaje en el libro, un periodista, que sigue la toma de tierras de cerca, investiga, escudriña en el pasado, comprende los motivos, descubre que es una causa válida, lo pone así en su periódico, con las pruebas, y esa decisión editorial transforma su lugar como testigo “objetivo” y lo convierte en blanco del poder local que se opone al alzamiento. De manera que la toma de posición traslada su lugar de enunciación y pasa de testigo externo a víctima directa, y esa alteración provoca un cambio y una reacción interna. El novelista debe ante todo comprender el destino de sus personajes y tomar partido según las lógicas internas del relato.

ACG: En un pasaje de la novela el periodista Joaquín Borja dice que la verdadera escritura literaria no conoce el pudor, nos lleva a dónde más duele. ¿Cree que la literatura colombiana ha estado a la altura de los desafíos que la vida nacional le ha puesto? ¿Nuestras letras enfrentan la realidad o la evaden?

DF: La literatura está permeada por la vida. La literatura colombiana ha ido hasta donde ha podido con las herramientas de la época y con los escritores que han coincidido en esta tierra. Borges decía que los grandes libros vienen al final de las tradiciones. La novela de la violencia ha sido casi una corriente, por el número de libros que la aborda. No todas las novelas que han abordado las circunstancias en que acaece la vida aquí son buenas, pero algunas contienen episodios, personajes, soluciones dramáticas que van sumando arquetipos y mitos y recordatorios para las generaciones venideras. Ojalá salga alguna gran novela al final de esta tradición. Creo que el grado de descomposición social y política no permite que los escritores evadan de todo el tema, aunque parece que muchos quisieran haber nacido en Barcelona, o Londres, debe ser que desde allá Colombia parece más divertida.

ACG: A pesar que sus tres novelas han obtenido premios internacionales, Rebelión de los oficios inútiles es su primera novela publicada en Colombia. ¿Cuál ha sido su relación con el mundo editorial colombiano? ¿Tiene noticia de cuándo llegarán las otras dos al mercado editorial del país?

DF: Mi relación ha sido de lector escéptico. Ahora aparece Rebelión en Alfaguara, y según la acogida que tenga (ya sabemos que los libros que no se venden son convertidos en pulpa), puede que se abra la puerta para editar los libros anteriores en ediciones colombianas. Veremos.

ACG: La estructura del libro –la alternancia de las voces narrativas y el montaje de los hechos en escenas– me recordó La Guerra del fin del mundo, de Vargas Llosa. ¿Cuáles son las obras y los autores que le han ayudado en la búsqueda de su registro estético?

DF: Las del boom que todos saben. El canto del mundoVida y destinoCartuchoAbsalom, Absalom. Luz de agosto. Klaus y Lucas. Rodolfo Walsh, Andrejewsky, Brandys, Camus, Capote, Welty, Rulfo, Trevisan, Tomás Eloy Martínez.

ACG: ¿Cómo van las otras dos novelas que cierran el ciclo de la Pentalogía? ¿Puede adelantarnos algo de ellas?

DF: Van mal, porque su autor no va bien. La superstición me impide adelantar el futuro.

by Ángel Castaño Guzmán

(Armenia, Colombia. 1988) es periodista y editor.

2 Replies to “El dedo en la herida”

  1. 1
    augusto leonel

    Suena interesante la trilogìa de la pentalogìa. Habrà que adquirirla y adentrarnos màs en la problemàtica colombiana.

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