Opina Marilynne Robinson, responsable del prólogo para una nueva edición de The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket, de Edgar Allan Poe, que publicará Folio Society este mismo mes de febrero, que quizás las historias de Poe ponen a prueba los límites de la cordura y las buenas maneras y que, por esa razón, es a la vez popular, pero su obra ha sido estigmatizada.
Su influencia y sus imitadores, dice Robinson, han eclipsado su originalidad y distraen a muchos lectores de prestar atención a las obras de Poe, más allá de sus más obvios efectos estéticos. Se le ha celebrado y denigrado a partes iguales, por la ausencia de contenido moral en sus obras, a pesar del hecho de que sus historias son directas parábolas morales.
En Pym (y en obras posteriores), Poe explora la idea de que la realidad es una forma de abrirse camino a través del fascinante sueño de la inocencia o del ocultamiento eficaz, y nos confronta, horrorizándonos, con la verdad desnuda. En Pym, una obra que se compara con frecuencia con Moby-Dick (publicada trece años más tarde, después de la muerte de Poe), el horror se abre camino gracias a la decepción y el delirio. Y es un tipo de historia muy popular en la época en la que fue escrito el libro, una aventura náutica, de exploración.
Pero Pym no es una novela convencional, ya que la fuerza de la narrativa va más allá del destino de los individuos, hacia un compromiso con la realidad, que queda más allá de cualquier drama humano pasajero.
Esto Poe lo matiza con la nota final del libro, donde se hace evidente que los personajes que han conseguido sobrevivir (Pym y Peter), han penetrado una región donde se les presenta un tipo de conocimiento para el cual no están preparados, y que no pueden entender cabalmente.
Pym y Peter quedan confrontados a una suerte de simbólico enjuiciamiento bíblico, apocalíptico.
La voz pedante del postscriptum provee a la novela de un raro misterio que quedá más allá del entendimiento del hombre común de los tiempos de Poe. Pero también, quizá, del mismo Poe, nos dice la escritora Marilynne Robinson. Pero es que Poe era un hombre abrumado por sí mismo, de una sensibilidad insufrible, y orgulloso, dueño de una brillantez insoportable, a quien el alcohol y su natural amargura no le habrían de escatimar turbaciones y humillaciones diversas, nos dice Robinson.
He aquí la anomalía de Poe, y un acicate para volver (o adentrarse por primera vez) en esta novela memorable del escritor norteamericano, y sobre la que queríamos llamarles la atención hoy.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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