Por debajo de las cosas

***

Creo que ahora llega Georgina a Monterrey.

¿Por qué no fuiste por ella?

¿Lo dices en serio?, ¿estás loco?

Es tu mujer, cualquiera va al aeropuerto por su mujer.

Sí, pero llega justo ahora.

Bueno, no des detalles. Me imagino por qué no vas.

Es mejor que no digas pendejadas.

Y si las digo, ¿qué?

Carlos, dile a tu hermano que se calle.

Tranquilos. Bien sabemos que no puedes ir a Monterrey por ella. Rafael sólo está jugando. No hay que perder la cordura. Es lo único que nos queda.

Sí, Enrique. Solo bromeaba. Te iba a decir que yo puedo ir por ella, pero como veo que te molestas, mejor no lo digo.

No digas pendejadas.

¿Estará lloviendo en Monterrey?

En estos días es temporada de lluvia. Lo más seguro es que sí. Las últimas veces que he ido ha estado lloviendo.

Lo curioso de Monterrey es que puede llover muy fuerte y al mismo tiempo pega el sol.

Daría lo que fuera por estar en Monterrey.

Cualquiera de nosotros preferiríamos estar en cualquier otro lugar menos aquí. Qué importa si llueva o no.

¿Anoche habrá llovido?

Yo no escuché.

¿Han podido dormir?

Yo sí, un poco. Aunque no se realmente cuanto tiempo fue.

Yo también, sólo dormí un poco.

Cuando iba cerrando los ojos escuché otra vez los disparos y no pude dormir.

¿Por qué no nos dijiste?

Pensé que ustedes también los escucharon. Como no hablaron, lo supuse.

Escuché algo así pero muy lejos.

Los que yo escuché estuvieron muy cerca. No sé cómo no se despertaron.

Quizá porque ya nos estamos acostumbrando.

O porque teníamos mucho sueño. Llevaba días sin dormir por lo mismo.

¿Quién irá por Georgina?

Supongo que su hermana. Como no me localizó, seguramente le habló de inmediato. La pobre ha de estar preocupada.

No sabía que su hermana vivía en Monterrey.

¿Han escuchado el teléfono últimamente?

No sé si lo soñé, pero creo que hace poco timbró.

Supongo que todos los días me ha llamado.

¿Y la puerta?, ¿alguien habrá tocado la puerta?

No estamos como para visitas. Si alguien viene, simplemente la tira y nos lleva la chingada.

Quizá están afuera esperándonos. Aprovecharon cuando nos dormimos para posicionarse.

¿Cómo saber que están afuera? Para ellos sería más fácil disparar a la puerta y después verificar si había gente.

Moveré un poco la manija de la puerta.

Espérate. No lo hagas. Si quieren esperar, que nos esperen. A ver quién puede más.

No seas imbécil. Ellos tienen todo a su favor: el campo, las armas, la disposición, el tiempo.

¿Qué importa eso ya? No podemos estar así siempre.

No lo estaremos, pero hay que actuar con inteligencia.

En estas situaciones la paciencia está por encima de la inteligencia. Primero hay que asegurarnos de algún modo sobre lo que hay afuera.

¿Alguien estará cubriendo esta noticia?

No creo que dejen pasar a periodistas, y los diarios locales han de estar cerrados. Pero ¿qué importa cuando estamos en medio de todo esto?

Por aquí había un radio. Mejor busquémoslo para escuchar noticias.

Sabes bien que no debemos de hacer ruido.

Sólo hay que tener un poco de paciencia.

¿Un poco?, ¿seguir teniendo? ¿Cómo puedes decir algo así en medio de todo esto?

Ya fue suficiente. Me largo de aquí. Solo muevo la manija y me libero. Tengo la ventaja de estar más cerca de la puerta.

Entonces ábrela, anda.

Sí, abre esa pinche puerta.

Sólo es cuestión de darle vuelta. ¿Están seguros?

Hazlo. Mueve esa manija. Sal de aquí, libérate, míralos a los ojos y diles lo que piensas. Ve con ellos y mátalos a golpes. Diles que no es justo lo que vivimos, que por su culpa ya no somos los mismos, que nos han robado algo, que hemos dejado de ser humanos y ahora somos animales.

No, espérate. Hay que pensar un poco más.

Hablemos de otras cosas. Recuerden que la cordura es importante. ¿Cómo vas con tu trabajo?

¿A quién le preguntas?

A quien sea. Sólo alguien responda.

Me vale madre la cordura. Yo solo quiero salir de aquí. Ya me cansé de estar así tanto tiempo. Si pudiera salir, iría con el primero que viera y le daría de golpes hasta matarlo.

Pues el negocio va lento. Con esa racha, nadie se para.

Me imagino. ¿Abres en el mismo horario?

Sí, pero cierro un poco más temprano. A las siete, apenas baja el sol, cierro todo.

Yo también salía a esa hora del banco. El jefe nos dejaba salir temprano desde que empezó todo esto.
¿Nunca fueron al banco?

Seguramente sí, pero nadie lo supo. Pero si te refieres a que si fueron para extorsionar, entonces no.

Ya hubiéramos sabido. Aquí todo se sabe.

No todo. Hay cosas muy discretas.

¿Cómo qué?

Como esas cosas. Uno sabe que ocurre pero no cómo, ni cuándo, ni dónde.

Claro que tenemos una idea.

Todos tenemos una idea de todo, pero sólo algunos lo saben con exactitud.

Los que están dentro.

Por supuesto. Pero a veces son tan evidentes, que uno ya sabe a qué van.

Ante todo esto, ¿no pensaron irse a otra ciudad?

Yo no podía por el trabajo.

Lo pensé, pero entre decidir hacerlo o no, se me fue el tiempo. Consideraba irme a Saltillo, con mi hermano, o a Hermosillo a visitar a una tía. Pero era un viaje corto. Quizá un fin de semana. Yo no puedo cambiar de residencia de un momento a otro. Aunque si hubiera sabido que se desataría todo eso, por supuesto que no estaría aquí.

Sí, todo fue de improvisto.

No creo que esto dure mucho.

Que dure más, querrás decir… ya hemos estado mucho tiempo aquí.

A mí me ha parecido una semana entera.

Tal vez hemos estado una semana. ¿Cómo sabremos el tiempo exacto?

Georgina se fue por eso. Se llevó a los niños también.

¿Desde cuándo se fue?

Hace dos semanas. Bueno, creo que van dos semanas. No creímos que esto fuera a durar tanto.

Tampoco lo crees ahora.

Nadie lo cree. Pero ya ves, aquí estamos.

¿Se dan cuenta que reducimos lo que hemos estado viviendo en los últimos días a nombrarlo como esto? Es tan terrible que ya no nos atrevemos a nombrarlo con su nombre.

¿Escuchan algo?

No. Yo no.

Creo que algo va pasando afuera. Una camioneta…

Quizá sea un camión. Se escucha algo muy pesado y que avanza lento.

Cállense para escuchar mejor. Quizá quieren entrar a la casa.

Escucho disparos a lo lejos.

Son disparos constantes.

¿Habrá llegado el ejército?

Entonces todo estuviera en calma, pero ya ves que no es así.

Escucho los disparos más cerca. Vienen para acá.

¿Cómo sabemos que no estamos exagerando?

¿Exagerando?

La cabeza me da vueltas.

Así estamos también nosotros. Aparte el calor…

Me imagino que todos están como nosotros.

¿No escuchan los disparos?

Se detuvieron. Algo pasó.

Entre más tiempo pasa, siento este espacio más pequeño.

Yo lo siento más grande.

¿Cómo lo puedes sentir más grande?

Así lo percibo. No sé por qué.

Es el cansancio que tienes y las pocas horas de sueño. Una vez leí en una revista que los que duermen poco tienden a alucinar.

¿Y si todo esto es una alucinación?

Alguien de los tres se hubiera dado cuenta.

Los tres estamos alucinando, entonces. ¿Escuchan algo otra vez?

Ahora no. ¿Ves? Es parte de tu alucinación.

Creo que ahora sí es una camioneta.

Alucinar es inventar, y ninguno de nosotros está inventando. Esto ya lo veíamos venir. Tampoco es azaroso que estemos en esta situación.

Pareces un experto en el tema.

Es que era una revista de psicología. Mi cuñada es psicóloga.

Qué bueno que me dices para ir con ella después de esto.

Si es que sobrevivimos.

Sería injusto vivir de esa manera y no sobrevivir. Por algo estamos pasando lo que pasamos.

Yo insisto, creo que exageramos y que debemos de abrir un poco la puerta.

¿Exageramos al escuchar los disparos? Bien sabes que no podemos salir.

Es fácil: si hubiera terminado de algún modo nos enteraríamos. Alguien vendría a buscarnos. Nunca falta quien se acuerde de uno. Además, tú trabajas en una tienda y tú en un banco. Alguien los hubiera buscado tarde o temprano.

¿Y la policía?

Ellos son los primeros en huir.

Siento que mi barba ya está grande.

Es que llevamos meses.

Ningún ser humano sobrevive meses sin comer.

Entonces tendremos dos o tres días de estar así; o tal vez estemos muertos.

¿Cuánto es lo máximo que una persona puede estar sin comer?

Me imagino que una semana. ¿No les ha dado hambre?

Es más tiempo. Hay personas que han estado enterradas hasta por quince días después de estar en un sismo.

A mí me ha dado hambre, pero al pensar en esta situación se me olvida.

Yo ni lo he pensado.

¿Cómo pudieron sobrevivir por quince días?

Algunos comieron insectos y bebieron agua de lluvia.

Lo bueno de estar al aire libre.

Ni tan libre, estaban debajo de los escombros.

¿Habrán entrado a la casa?

Hubiéramos escuchado.

Nos hubieran descubierto sin duda alguna. Ellos entran e inspeccionan todo.

Creo que hace unas horas escuché unos pasos.

Puede haber sido cualquier cosa: alguien que pasaba afuera.

O tal vez fueron disparos.

Puedo distinguir los dos sonidos.

Quizá están al otro lado de la puerta esperando a que salgamos.

¿Y si somos los únicos sobrevivientes?

Eso no puede pasar. Esto no se trata de un exterminio general, sino de una lucha entre grupos.

¿Cómo lo sabes?

No tenemos tanta suerte como para ser los únicos vivos, y si lo fuéramos, no sería suerte.

Eso no es cuestión de suerte, sino de azar.

¿Cómo estará el pueblo?

Asómate.

No, no te asomes. Hay que esperar un tiempo más.

O por lo menos quita un poco la cinta de la ventana y dinos si es de noche o de día. Hazlo, Rafa. Tú que estás más cerca. Sólo levanta tu brazo y hazlo.

No puedo levantar mi brazo con facilidad. Siento que algo muy pesado está encima de él.

Muévete un poco. Cambia de posición.

Al principio solía moverme un poco, cambiar la posición de los brazos y de las piernas para que no se me entumieran.

Te sentíamos. Cualquier movimiento que hagamos, todos lo sentimos.

Pero tengo mucho tiempo de no mover mi cuerpo. También lo siento pesado.

¿Quién se está moviendo?

Aún tengo algo de fuerzas. Lo mejor será que mueva de una vez la manija.

Ten cuidado.

Lo sé, lo sé.

Nos hemos convertido en gusanos: arrastrándonos debajo de las cosas.

No perdamos la cordura. Ni siquiera piensen en perderla. No hagan ni piensen nada, sólo imaginen que están hablando con alguien más y que en cualquier momento termina esto. Mientras tanto platiquemos. Me puedo tardar horas en alcanzar la manija.

by Josué Barrera

es autor de los libros Conducta amorosa, Pasajeros y La brevedad constante, así como compilador de Naves que se conducen solas: narrativa en Sonora. Actualmente vive en Hermosillo, Sonora, México.

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