Nuestros atentos lectores mexicanos tal vez conozcan ya la nota que publicó el periódico Milenio hace varias semanas. Sin embargo, como sabemos que contamos con lectores de diferentes partes del globo, merece la pena que llamemos la atención sobre un texto que llevaba por título «Librerías de viejo, una nostalgia vigente» (que se puede consultar íntegramente aquí) y que se publicó el pasado día cuatro de enero de dos mil doce.
En la mentada nota, se nos recuerda que hoy día el interesado del DF en esos libros que dejaron de ser novedades debe dirigirse a la calle de Donceles, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Se nota que en el ánimo de la nota hay un cierto homenaje a los libreros de viejo, concediéndoles el mérito de ser los mejores conocedores de las diferentes ediciones que se han publicado en México de determinados libros.
Para ello, el periodista Jesús Alejo, le pregunta a cinco escritores (Héctor Carreto, Gerardo de la Torre, Hernán Lara Zavala, Adolfo Castañon y Carmen Boullosa) «qué han significado en sus vidas las librerías de viejo, cuáles han sido las joyas bibliográficas que han encontrado, cuál recuerdan con especial cariño y si piensan en su desaparición».
Para los interesados en el tema, José Antonio Millán recopila en su blog algunas fotos de librerías del DF en sus «estampas méxicanas» –aquí-, y también El bibliómano (de donde sacamos el link a la nota) tiene que decir lo suyo sobre el tema –aquí-.
Además, hace algunos meses Felipe Solís en la página de México Desconocido –aquí– escribía un artículo con el título de «Las librerías de viejo en la Ciudad de México» en el que centraba su atención en su experiencia como comprador a mediados del siglo pasado en esas tiendecitas de libros usados en el desaparecido Mercado del ex Volador, en el espacio que hoy ocupa el edificio de la Suprema Corte de Justicia. Y aquí hay un vídeo donde se puede ver por dentro la librería A través del espejo (en la foto).
Asimismo, merece la pena que recordemos la Feria del Libro de Remate –aquí– que se celebra en la Delegación Álvaro Obregón durante el mes de junio y los Tianguis y Remates de libros –aquí– que organizan desde la Brigada para leer en libertad.
En lo que parece un avance irrefrenable del digital, se supo hace unos días [1. Guillermo Abril. El autor del millón de e-books. El País. 29-01-2012] que el autor americano John Locke ha vendido más de un millón de ebooks de sus libros (aunque es bastante probable que no se trate de un autor, sino de varias manos trabajando al unísono).
Sin embargo, en mi opinión, las librerías de viejo cumplen una función que jamás colmará el digital. Dudo que no ya las editoriales, sino los particulares -por voluntad propia- se tomen la molestia de digitalizar determinados libros que uno sí puede encontrar en las librerías de viejo.
No sé cómo será en otras ciudades, pero cualquiera se puede dar una vuelta los domingos por la mañana por el mercado de Sant Antoni en Barcelona y verá por sí mismo una afluencia de público que no parece mermar.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
Luis Carlos Sánchez publicó hace unos días en el periódico el Excelsior un reportaje sobre el tema de los libros viejos en el DF y que llevaba por título «El negocio detrás de los libros viejos».
Si es de su interés, pueden leerlo aquí:
http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=819230&seccion=especial-comunidad-expresiones&cat=60
J. S. de Montfort
YO . . . EL LIBRO USADO
“Soy conocimiento, luz y pensamiento.”
Orgulloso grito,
mi origen bendito,
nací en una imprenta,
sin mancha ni afrenta.
Crecí en los estantes,
baldas, confortantes,
pasé varios años
en los entrepaños.
Anaquel, repisa,
sin correrme prisa,
me mostré en vitrinas,
algunas muy finas.
Probé aparador,
también mostrador,
sabia estantería,
de una librería.
Por cierto descuido,
caí en el olvido,
sólo, sin respaldo,
viví siendo saldo.
En bodegas varias,
sintiéndome paria,
estuve apilado,
dañado, . . . cansado.
Lleno de pesares,
conocí bazares,
anduve en las “ferias”
de las periferias.
En tianguis de barrio,
padecí “mal fario”,
sentí escalofrío,
toqué suelo frío.
Sufrí, cual gusano,
fui de mano en mano,
de gente ignorante,
conducta aberrante.
“Cháchara”, me dicen,
“viejo”, me maldicen,
arrancan mis pastas,
preciosas y castas.
Me rompen las hojas,
que lucen añosas,
me pisan, me avientan,
mi ser desalientan.
Hoy, luzco maltrecho,
mas no soy desecho,
aunque estoy “usado”, . . .
quiero ser comprado.
Respeto exijo,
con celo prolijo,
requiero cuidado,
ser revalorado.
Pues, no soy “pirata”,
de tinta barata,
cultura contengo,
a eso me atengo.
Necesito, urgente,
por lúcida gente,
ser reglamentado
y . . . dignificado.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 15 de octubre del 2007
Dedicado a mi papá, Gonzalo Ramos Amaya (QEPD)
Reg. SEP Indautor No. 03-2008-071113112400-14
LIBRERIA DE VIEJO
“Se vuelve lo más deseado, el hallazgo . . . inesperado.”
Librería de viejo,
la de aroma añejo,
librería de usado,
del tiempo pasado.
Frecuentes visitas,
todas exquisitas,
lugar fascinante,
misterio constante.
Pisar laberinto
del saber, . . . recinto,
encapsulamiento
del conocimiento.
Como en docta gruta,
emprender la ruta,
seguir el camino
de nuestro destino.
Andar callejones,
recorrer secciones,
vagar por pasillos,
estrechos corrillos.
Vivencia, existir,
mundano sentir,
vitrinas, estantes,
sorpresas bastantes.
Mirar ejemplares,
goces oculares,
bellos empastados,
folletos gastados.
Observar impresos,
volúmenes viejos,
textos incunables,
todos invaluables.
Colecciones serias,
las enciclopedias,
ex libris, cultura,
el arte es ventura.
Curioseando vibro,
¡bendito es el libro!,
en manos delicia,
táctil la caricia.
Hojeando las obras,
la vida recobras,
nostalgia, emoción,
late el corazón.
Clásico adorado,
descatalogado,
revistas añosas,
esperan ansiosas.
¿Estudiar tú gustas
las biblias vetustas?,
esas más antiguas,
hoy, están exiguas.
Leyendo, no pecas,
joyas, bibliotecas,
de papel alhajas.
tu ser agasajas.
Precio, poco importa,
su edición te aporta,
sapiencia, instrucción,
sabia educación.
Librero anticuario,
arca, relicario,
que asilas los saldos,
opacados, gualdos.
Bodegas, tapanco,
Cliente digno, franco,
de segunda mano,
Mercader, hermano.
Repudio a lo injusto,
el trato más justo.
alma reconcilia,
tomos, bibliofilia.
Preservar el rito,
lo demás . . . es mito,
¡hábito, fiel tradición,
el hallazgo de ocasión!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 14 de marzo del 2006
Dedicado al Sr. Fermín López Casillas
Reg. SEP Indautor No. 03-2007-082112003600-14