Julian Maclaren-Ross (1912-1964) fue un novelista británico, cuentista, guionista de cine y de documentales para la BBC, bien conocido por su dandismo indolente que hubo de pasear por el Soho londinense de los años cuarenta y cincuenta, y amigo de los escritores más relevantes de su época: Graham Greene, Dylan Thomas, Frank Harris, etc
De él dijo Paul Willetts, su biógrafo, que «Era un mediocre guardián de su inmenso talento». Y es que una de las debilidades de Maclaren-Ross fueron las anfetaminas y el alcohol.
Maclaren-Ross aparece ficcionalizado como «el novelista X» en la novela de Anthony Powells A dance to the music of time y como el «príncipe Yakimov» en la novela de Olivia Manning The balkan trilogy.
Poco conocido en el ámbito del español, la editorial argentina La bestia equilátera se ha propuesto venir a solventar tal desagravio y así viene publicando sus obras desde hace un tiempo. De momento, han visto la luz Tostadas de jabón y otros cuentos, la novela Veneno de tarántula y los relatos autobiográficos Noches en Fitzrovia. En breve, publicarán también su libro Memorias de los cuarenta.
Para contribuir a la difusión de la obra de Maclaren-Ross, nos permitimos recomendarles para este fin de semana uno de los relatos de su último libro publicado Noches en Fitzrovia, en particular el que abre la colección y que lleva por título «El alfabeto colorido», traducido por Maria Martoccia.
Un relato en el que nos habla de su infancia y cuenta cómo al poco de nacer hubo una tormenta y estalló la guerra y que vio un zepelín alemán que «desplegaba su sombra desde la enorme amenaza iluminada por la luna que era el cielo».
Así nos dice que:
«Me contaron que grité de alegría [al ver el zepelín] y extendí los brazos hacia aquel largo y resplandeciente cigarro plateado, pero yo no pue-do afirmarlo; sí recuerdo la imagen con nitidez, como algo que me proporcionó un considerable deleite, pero no mi reacción física. El zepelín no parecía en absoluto una amenaza: representaba, más bien, la promesa de un juguete brillante que en ese entonces era demasiado grande como para que yo pudiera tomarlo entre mis manos, pero que, con suerte, me lo ofrecerían más adelante».
Sobre su personalidad y lo que otros opinaban de él, escribe Maclaren-Ross:
«Hubo ocasiones, cuando era niño, en las cuales mi padre opinó que yo tenía el diablo en el cuerpo, y mi madre, que me parecía al tío Bertie, un pariente (su hermano, dicho sea de paso) a quien con frecuencia se le había vaticinado un final desastroso y que terminó figurando en un caso que obtuvo resonancia internacional.»
Pueden leer el relato íntegro aquí.
Que pasen un feliz fin de semana de artificio literario y glamour mundano.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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