En estos días se publica en castellano el libro de la escritora francesa Ágnes Desarthe (París, 1966) Comment j´ai appris à lire, traducido por Laura Salas Rodríguez con el título de Cómo aprendí a leer (Periférica, 2014). En él cuenta sus problemas con la lectura, y trata de resolver la pregunta crucial para todo lector: ¿desde dónde se lee?
Tal investigación personal le lleva a reflexionar sobre su labor de escritura y su oficio de traductora. A este respecto, nos ha resultado llamativa su teoría de la escritura, y nos gustaría compartirla con Vds.
Dice así:
«Un día una amiga me preguntó cómo afectaba escribir. «Es agradable? ¿Es doloroso? ¿Cómo se siente uno al escribir?» «Es absurdo», respondí yo. «Hace más bien daño y una se siente tonta.» Se rió. «No te creo», dijo. «Seguro que es más complicado. Debe haber otra cosa.» «Si de veras quieres», le dije, » intentaré explicarte las cosas con más precisión. Imagina que tienes un anillo. Esa joya no es sólo de una notable belleza, sino que además es única. Va adornada con piedras preciosas rarísimas, engarzado en oro finísimo y, sobre todo, te la dio tu madre, que la recibió a su vez de su madre, que a su vez etcétera desde hace varias generaciones. Pues bien, cuando escribes es como si te quitaras ese anillo del dedo, ese anillo que es a la vez preciado, bonito y que está cargado de recuerdos y lo arrojaras lo más lejos posible con todas tus fuerzas. Lo tiras tan lejos que ni lo escuchas ni lo ves. Quizás esté en el fondo del océano, quizás se haya sumergido en la arena del desierto o en un molino de heno. Eso es, así es escribir. Por eso es absurdo, hace daño y una se siente tonta» (págs 128-129).
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
Qué chica más rara