Las letras peruanas están de luto.
Nos enteramos por Gabriel Rimachi, que recién le entrevistó hace un par de semanas para su programa de radio Fahrenheit 051, de que la madrugada del martes al miércoles (hora peruana) murió el escritor Carlos Calderón Fajardo.
El autor, un escritor de culto (etiqueta que le molestaba, pues significaba -en su opinión- que nadie le leería) y que publicaba en editoriales independientes, nacido en Juliaca en 1947, falleció a los 69 años de edad.
Su hijo comunicaba así en Facebook su deceso:
«Mi padre, Carlos Salazar-Calderón Fajardo, falleció el día de hoy cerca de la 1 a.m. El vacío y consternación que nos embarga es inconmensurable, aún no terminamos de creerlo. En las próximas horas diremos el lugar donde se realizará su sepelio para que las personas que lo apreciaron en vida, puedan acompañarlo por última vez. Se fue haciendo lo que más amaba: escribir, contar historias, las de su vida y las que nacieron de su infinita imaginación».
De entre su producción, cabe destacar la novela La conciencia del límite último (1990), «una de las mejores novelas policiales que han aparecido en nuestro país, y donde una de sus principales obsesiones, las relaciones entre realidad y ficción, es tratada con verdadera maestría», opina el crítico José Carlos Yrigoyen.
El escritor Gabriel Rimalchi, amigo íntimo de Calderón Fajardo, lo recuerda así:
«Con el tiempo uno aprende a conocer a las personas, a cómo son frente a un auditorio y a cómo se manejan en la vida real. Carlos no solo era una gran persona, era una bella persona, un caballero que a veces renegaba y se quejaba de todo y del mundo y de la mala suerte y de las nubes negras y de todo otra vez y de la crítica y de la falta de lectores y de lo mucho que le fastidiaba la etiqueta de “escritor de culto” porque eso significaba que no lo leería nadie pero todos sabrían su nombre…, y sin embargo siempre retornaba a ese estado en el que conversar y compartir era grato, pues su formación de sociólogo hacía que viera (y comprendiera) cosas que luego pasaba a explicarnos como si fuera una clase, por ejemplo, como cuando estuvimos en Huamanga en 2011 promocionando unos libros y nos sentamos a conversar sobre política en un salón de secundaria, junto a Patricia De Souza; y su recomendación de lectura para quien quisiera pedírsela.. Esos son los momentos que recuerdo ahora, que ya no está.»
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
Vivirá por siempre en nuestro corazón. Lo conocí en el II Encuentro Nacional de Escritores de Arequipa por el año 93 o algo así. LLegó de Lima con una buena cantidad de escritores jóvenes y de mi generación. Fue grato saludarlo y presentarnos como puneños. Luego tuve con él una reunión importante en Puno. La foto y sus declaraciones se publicaron en Los Andes. Eventualmente nos vimos en Lima en varias ocasiones. Fue más que suficiente para saber que estaba frente a un escritor de primera calidad, fino, modesto y elegante como su escritura. Recuerdo más sus ficciones fantásticas.