Mi intención es reivindicar la literatura oral

Adrian Freja de la Hoz

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Profesor de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, el barranquillero Adrián Freja de la Hoz acaba de presentar en la Universidad Nacional de Colombia un proyecto de investigación en el que ha invertido algunos años de su vida y le ha permitido conocer de cerca las regiones del Pacifico y el Caribe colombianos. Freja, que en 2010 ganó el Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá, en la modalidad de ensayo, es uno de los más acuciosos conocedores de las manifestaciones poéticas populares del país. Su tesis de maestría la publicó la editorial de la Universidad Nacional de Colombia y en su lanzamiento participó el maestro de la carranga Jorge Velosa, quien al conocer Literatura oral en Colombia. Romances, Coplas y Décimas en el Pacifico y el Caribe colombianos (2015), el libro de Freja, lo llamó por teléfono, sin casi conocerlo, para comentárselo en detalle.

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Ángel Castaño: Profesor, no deja de ser atractivo su descubrimiento: encontrar las similitudes formales de las décimas de los campesinos de los Montes de María con la décima espinela. ¿Cómo enlazó ambos elementos? ¿Qué hecho hizo que el bombillo se le iluminara?

Adrian Freja de la Hoz: Para mí fue un gran descubrimiento encontrar a campesinos que, sin saber leer o escribir, componían décimas espinelas al estilo de los mejores poetas del Siglo de Oro español. Cuando llegué a la región de los Montes de María escuché que los campesinos hablaban de décimas y yo quise saber qué tipo de décima cantaban. Inicialmente hice grabaciones de estos campesinos y luego al escuchar con detenimiento iba analizando verso a verso. Me di cuenta que cada uno de los versos era octosílabo, que rimaba el verso primero con el cuarto y el quinto, que el segundo rimaba con el tercero, que el sexto, séptimo y décimo también rimaban, así como el octavo con el noveno. Además, noté que cada una de las rimas eran consonantes. Más sorpresivo aun fue la pausa en el cuarto verso. Es decir, al escuchar una y otra vez los videos y audios recolectados en los Montes de María me di cuenta que no había una sola falta a la norma de la décima creada por Vicente Espinel a finales del siglo XVI. En aquella época yo era estudiante de la carrera de literatura en la Universidad Nacional y acababa de ver un curso de literatura española del Siglo de Oro, por eso conocía a la perfección la métrica utilizada en el monólogo de Segismundo de La vida es sueño, también conocía las obras barrocas de Quevedo y Góngora, así como varios de los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz en donde aparecían este tipo de forma estrófica. Pensaba, cuando vi el curso de literatura española del siglo XVI y XVII, que quienes componían esa estrofa tan compleja (por todos los requerimientos formales) eran únicamente poetas de renombre, por eso para mí el descubrimiento fue tan sorprendente e importante en relación con los estudios literarios en Colombia.

AC: En varios momentos de la presentación de su trabajo en la Universidad Nacional hizo hincapié en las dificultades que tuvo a la hora de enfrentar a la academia convencional. ¿Por qué cree que este tipo de manifestaciones poéticas de la literatura oral son poco estudiadas por los literatos y sí por la antropología?

AFdelaH: La respuesta es quizás muy sencilla, pero al mismo tiempo muy triste. Los estudios literarios han heredado, por un lado, el paradigma del siglo XIX en donde la Literatura era entendida como el «arte de las bellas letras» y, por otro lado, se ha conservado la tradición artística europea como la estética predominante. Tal vez los únicos estudiosos de la literatura que abordan fenómenos de literatura oral y popular son los medievalistas, quienes estudian la lírica popular europea como un fenómeno previo al Renacimiento artístico. Pareciera que luego del siglo XV la literatura europea (y por tanto «universal») se dio exclusivamente de forma escrita. Mientras que en áreas como la antropología los elementos populares («folclóricos») tuvieron mucha importancia en la segunda mitad del siglo XX. De cierta manera a los estudios literarios le interesó «Lo culto» y a la antropología «Lo popular o folclórico».

AC: Las décimas y los cantos de estos campesinos cumplen con los requerimientos formales de la décima espinela. Ahora, ¿qué nos puede decir de los temas de los cantos? ¿Qué tipo de exploraciones conceptuales se dan en ellos?

AFdelaH: Las décimas propias del mundo oral campesino en Colombia y, en general, en Latinoamérica abordan situaciones muy relacionadas con el mundo inmediato y vital. La literatura oral tiene la particularidad de tener fuertes lazos con las labores diarias, las celebraciones rituales, las festividades y toda práctica cotidiana y cultural. Por tanto, lo temas y problemas que se manifiestan en estas composiciones son muy características de la vida del campo. Las reflexiones conceptuales son las mismas que ha tenido la humanidad a lo largo y ancho de su existencia. La muerte, la vida, el amor, el deseo, la violencia, entre otros elementos de reflexión, aparecen para ser pensados desde una visión muy propia de la sabiduría popular.

AC: ¿Qué puentes y diferencias hay entre los juglares del Caribe y del Pacífico colombiano?

AFdelaH: Las diferencias entre los juglares del Pacífico y el Caribe son variadas, pero antes de diferenciar ambas regiones es importante aclarar que no existe uniformidad como tal en las expresiones orales y sus exponentes en el Caribe o en el Pacífico. Por ejemplo, entre el norte y el sur del Pacífico existen diferencias culturales importantes que determinan los fenómenos de la literatura oral. En el Caribe se podría hablar de cierta «homogeneidad», sin embargo, es claro que la manera de composición de los versos y su puesta en escena puede variar significativamente entre pueblos del oriente y el occidente caribeño.

Retomando el paralelo entre Caribe y Pacífico, existe una clara tendencia en el Caribe por la improvisación de las décimas, fenómeno que no ocurre en ninguna región del Pacífico en donde las décimas son conocidas previamente. Asimismo, las décimas del Caribe son quizás las únicas en toda Latinoamérica que se cantan sin acompañamiento instrumental. Otra gran diferencia es que en el Caribe se respeta mucho los parámetros de la décima de Vicente Espinel, mientras que en el Pacífico es común encontrar variaciones formales. Una particularidad muy interesante del Pacífico es la relación de la literatura oral con los ritos y el interesante sincretismo entre la cultura africana, cristiana y popular.

AC: ¿Qué otras regiones del país son fecundas en la literatura oral? ¿Se han estudiado esos otros casos?

AFdelaH: A lo largo y ancho del país existen una cantidad enorme de expresiones de literatura oral. La literatura oral aparece en todas y cada una de las culturas y grupos sociales del país, y no sólo en zonas rurales, sino también en zonas muy urbanas. Todas las culturas en Colombia y en el mundo poseen literatura y su expresión más natural y primigenia es oral. Lo lamentable de la riqueza literaria oral es que resulta desconocida y subvalorada en las universidades y centros de investigación literarios. Por ejemplo, nuestras comunidades indígenas y afrodescendientes tienen mucho por enseñarnos sobre literatura oral, pero también los cientos de miles de campesinos que, aunque no sepan leer o escribir, han desarrollado grandes habilidades de composición métrica de versos o de relatos maravillosos. Son pocos los estudios de la literatura oral en el país. Tenemos importantes recopilaciones, pero hacen falta estudios que le den valor a una riqueza que poco a poco se va olvidando y marginando con más fuerza.

AC: ¿Qué le faltan a los términos oraliteratura, oralitura, oratura que decidió usar el de literatura oral? ¿Le molestan esos conceptos que de entrada quieren diferenciar las manifestaciones orales de la literatura de las escritas?

AFdelaH: Esta pregunta es muy interesante y pertinente. Le agradezco el haberla formulado. Empiezo diciendo que sí me molestan esos términos, por una sencilla razón: si quitamos el término «literatura» de las manifestaciones artísticas de la palabra oral, estamos privando a este tipo de expresiones su carácter artístico, puesto que el término «Literatura» es entendido hoy en todo el mundo como un Arte, si hablamos de «oratura» podemos referirnos a una expresión «folclórica», «popular», pero no necesariamente artística. Mi intención es reivindicar la literatura oral, darle el estatus que se merece, mostrar que también es un arte. Si hoy consideramos La Iliada como una obra de arte, por qué no consideramos las décimas, romances o coplas campesinas como expresiones con valor artístico literario, ambas son expresiones orales, se trata de textos de la literatura oral. El asunto de inventarse nuevos términos puede que tenga su origen en la ya superada idea de Walter Ong, quien en su famoso libro sobre oralidad decía que no tenía sentido hablar de «literatura oral» porque «literatura» viene del latín «litera» que quiere decir «letra», es decir hace referencia a lo escrito. Pero si buscamos hoy las acepciones de literatura en el Diccionario de la RAE no aparece la «letra» o lo escrito por ninguna parte. Entonces el término «Literatura» ya superó su etimología y hoy la entendemos como el «arte de la palabra», no importa si se trata de la palabra escrita u oral.

by Ángel Castaño Guzmán

(Armenia, Colombia. 1988) es periodista y editor.

3 Replies to “Mi intención es reivindicar la literatura oral”

  1. 1
    Libaniel Marulanda Velásquez

    Es un magnífico texto que se debe leer y releer y que aconsejaría a algunos amigos » de raza antioqueña», que tienden a rechazar todo aquello que proviene del Caribe o del Pacífico. En especial, es recomendable para músicos y compositores.

  2. 2
    J. J. Junieles

    Esta entrevista permite hacer visibles temas y aprender cosas que de otra manera ya pertenecerían al olvido. Gracias. Felicitaciones…

  3. 3
    Raymundo Zambrano

    Aprecio todo lo que se haga en bien de la tradición Oral, pero debo señalar, con el mayor de los respetos, Que: «LA LITERATURA ORAL» NO EXISTE, O ES LITERATURA, O ES ORALIDAD. Existe un neologismo africano que es más justo para denominarla: «ORALITURA»

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